Los escaparates de la ciudad, en un abrir y cerrar de ojos, se han llenado de calabazas e imágenes que representan esqueletos y brujas; también se han pegado carteles y repartido impresos para anunciar fiestas de disfraces terroríficos y cosas por el estilo: mucha gente se prepara para celebrar eso que recibe el nombre de Halloween -y que, al parecer, se pronuncia Jálogüin-.
Las conocidísimas calabazas de Halloween |
Aunque en Galicia y Asturias había tradiciones similares antiquísimas (ya que tanto las de tales partes de España como el Jálogüin son de origen céltico), nadie negará que el modo actual de celebrar la fiesta trae causa de la influencia anglosajona; y nos hemos anglicanizado en esto más que bien, pues, a pesar de que no hace muchos años que lo tomamos, se ha arraigado de tal manera que ya se oye la pregunta <<¿celebras Jálogüin o el Día de Todos los Santos?>>.
Tampoco nos parece negable que prohijar un vocablo como Halloween, nada eufónico y de escritura ajena de nuestra ortografía, es innecesario. Algunos dicen Noche –o Día- de Brujas (lo cual, por lo menos, no disuena a los oídos de un hispanohablante); aunque hay que reconocer que el nombre extranjero da lugar a juegos de palabras graciosos, como lo prueba el que en sitios cuyos viñedos gozan de cierta fama se haya inventado el Hallowine (espectáculo propio del Jálogüin, pero que se hace en bodegas).
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