viernes, 22 de julio de 2016

LA GUERRA CIVIL Y EL DICCIONARIO HISTÓRICO


La Guerra Civil impidió la terminación del primer Diccionario histórico del español
Fotografía de combates durante la guerra civil española (1936-1939)



      El lunes 18 de julio se cumplieron ochenta años del comienzo de la guerra civil española.

     Quienes se han dedicado a hablar de ello se han centrado en lo político y nadie ha hecho memoria de que también tuvo consecuencias en lo lingüístico y lexicográfico, ya que, en la dicha guerra, una bomba destruyó parte de los materiales del Diccionario histórico que la Real Academia Española de la Lengua estaba preparando entonces.

     La obra pretendía recoger todas las palabras usadas en el español –incluidos americanismos y regionalismos-, poniendo ejemplos de su uso, sacados de los textos de todas las épocas, desde las jarchas y el Cantar de mio Cid hasta el tiempo presente, ordenados cronológicamente. Entre 1933 y 1936, con gran celeridad, se publicaron dos tomos (el primero contenía la letra A; y el segundo, la B y parte de la C -hasta la palabra cevilla-). Al tomo tercero correspondía lo que fue reducido a cenizas.

     Posteriormente, se ha intentado volver a la empresa, empezándola de nuevo; pero sin buen éxito. A diferencia de los de las lenguas inglesa y francesa -que ya hace tiempo que se terminaron-, en España, el proyecto de 1946, que da en 1960 sus primeros frutos, se suspende en 1996 (habiendo abarcado sólo gran parte de la letra A y algo de la B, bien que de manera mucho más perfecta que el de 1933-1936). En la actualidad, la RAE está haciendo otro nuevo, electrónico, que refiere, circunstanciadamente, la historia de cada palabra y cita el texto exacto en que, por primera vez, cada vocablo se usó. Por desgracia, las voces cuya historia tan bien recoge no son de las que oímos todos los días y, por otra parte, va demasiado lento. 

     El que nos hallemos en esta situación, tanto tiempo después de la destrucción de aquel tomo tercero que nunca vio la luz, trae, principalmente, causa de que el Estado no tiene gran interés en el asunto, pues, en caso contrario, pondría todos los medios económicos y técnicos necesarios para terminar la labor cuanto antes. Lo más triste es que la dicha falta de interés del Estado respecto de su idioma muestra la de los ciudadanos, que son los hablantes.




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