miércoles, 27 de julio de 2016

DIVULGAMIENTO


Divulgamiento, aunque es voz rara, vale por divulgación

     El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua siempre ha incluido en sus páginas el sustantivo divulgación; pero no divulgamiento, vocablo este de raro uso tanto en España como en América. 

     Más raro aún es que divulgamiento se halle en diccionarios de nuestro idioma distintos del de la RAE, como en alguna de las ediciones del Tesoro de Oudin o en el Lexicon Tetraglotton (del siglo XVII) o en el de Marty Caballero y el de Labernia (del siglo XIX).

     Gracias a la tecnología actual, que ha permitido disponer electrónicamente de infinita cantidad de libros antiguos y, a veces, también la búsqueda de palabras en ellos, ya se ha comprobado que, tal como consta en los diccionarios mencionados, divulgamiento es voz empleada por los hispanohablantes, por lo menos, desde la época clásica. Así, GOOGLE nos da dos ejemplos en un mismo texto, en la Instrucción para formar el proceso in genere de la beatificación y canonización de [...] Fernando de Contreras (página 26 vuelta):

     <<…de manera que, como poco ha decía, sean ancianos y personas graves y fidedignas y suficientemente noticiosas, advirtiendo que, por lo que toca a este divulgamiento de fama de santidad sean preguntados de quién o de quiénes ha procedido este divulgamiento...>>.

     El dicho texto se halla recogido al final de la obra de fray Gabriel de Aranda Vida del siervo de Dios, ejemplar de sacerdotes, el venerable padre Fernando de Contreras, publicada en 1692.



viernes, 22 de julio de 2016

LA GUERRA CIVIL Y EL DICCIONARIO HISTÓRICO


La Guerra Civil impidió la terminación del primer Diccionario histórico del español
Fotografía de combates durante la guerra civil española (1936-1939)



      El lunes 18 de julio se cumplieron ochenta años del comienzo de la guerra civil española.

     Quienes se han dedicado a hablar de ello se han centrado en lo político y nadie ha hecho memoria de que también tuvo consecuencias en lo lingüístico y lexicográfico, ya que, en la dicha guerra, una bomba destruyó parte de los materiales del Diccionario histórico que la Real Academia Española de la Lengua estaba preparando entonces.

     La obra pretendía recoger todas las palabras usadas en el español –incluidos americanismos y regionalismos-, poniendo ejemplos de su uso, sacados de los textos de todas las épocas, desde las jarchas y el Cantar de mio Cid hasta el tiempo presente, ordenados cronológicamente. Entre 1933 y 1936, con gran celeridad, se publicaron dos tomos (el primero contenía la letra A; y el segundo, la B y parte de la C -hasta la palabra cevilla-). Al tomo tercero correspondía lo que fue reducido a cenizas.

     Posteriormente, se ha intentado volver a la empresa, empezándola de nuevo; pero sin buen éxito. A diferencia de los de las lenguas inglesa y francesa -que ya hace tiempo que se terminaron-, en España, el proyecto de 1946, que da en 1960 sus primeros frutos, se suspende en 1996 (habiendo abarcado sólo gran parte de la letra A y algo de la B, bien que de manera mucho más perfecta que el de 1933-1936). En la actualidad, la RAE está haciendo otro nuevo, electrónico, que refiere, circunstanciadamente, la historia de cada palabra y cita el texto exacto en que, por primera vez, cada vocablo se usó. Por desgracia, las voces cuya historia tan bien recoge no son de las que oímos todos los días y, por otra parte, va demasiado lento. 

     El que nos hallemos en esta situación, tanto tiempo después de la destrucción de aquel tomo tercero que nunca vio la luz, trae, principalmente, causa de que el Estado no tiene gran interés en el asunto, pues, en caso contrario, pondría todos los medios económicos y técnicos necesarios para terminar la labor cuanto antes. Lo más triste es que la dicha falta de interés del Estado respecto de su idioma muestra la de los ciudadanos, que son los hablantes.




lunes, 18 de julio de 2016

DEFENSA DEL IDIOMA (I)

LO QUE SE NECESITA PARA DEFENDER LA LENGUA ESPAÑOLA



Defendamos la lengua española a capa y espada, como si fuéramos el Cid



     Lo más importante es tener ganas de defenderla, algo que, tradicionalmente, ha faltado en nuestros políticos. Basta ver cómo hemos celebrado –o, por mejor decir, cómo no hemos celebrado- el cuarto centenario de la muerte de Cervantes (a diferencia de los ingleses con el de Shakespeare, que ha sido por todo lo alto). 

    También faltan las ganas en nuestros conciudadanos, quienes, sobre todo, en el último quindenio, han dado en que lo de la protección del español es asunto que ni les va ni les viene. Para ello es imprescindible que en nuestra patria se constituya una asociación, como las que hay en Francia y Alemania, cuyo único fin sea velar por la lengua y que junte a muchas personas, sin atender a la ideología política de estas ni a sus creencias religiosas. Ni que decir tiene que, si se logra unir a gran número de gente, los políticos –a los que solamente les interesan los votos- también sentirán ganas de defender el español. 

     Por otra parte, también es necesario que las dichas ganas no se queden solo en meras declaraciones altisonantes o en congresos y debates; sino que se conviertan en normas jurídicas y, sobre todo, en planes que favorezcan el buen uso del idioma en los medios de comunicación y en los centros de enseñanza. Para ello es imprescindible una ley como la de Toubon, que asegure la preeminencia en España del castellano o español –y, en su caso, también de las lenguas regionales-. Tal ley y sus reglamentos habrán de disponer lo necesario para sustituir las voces extranjeras que hoy en día nos invaden por neologismos bien formados; asimismo habrán de asegurar la difusión de tales neologismos para que la gente los conozca y los emplee.
    También habrán de asegurar que el idioma español y las lenguas regionales sean las que mayormente se empleen en los centros públicos de enseñanza y en aquellos que reciben dinero del erario, con el fin de evitar la insoportable anglicanización de las escuelas y universidades que, de un tiempo a esta parte, padecemos. 

     Es lo que toca a la educación lo más importante y lo que con más detenimiento se habrá de analizar; pero ganaríamos mucho con sólo favorecer que en las asignaturas de lengua y literatura se discutiera sobre los extranjerismos, errores y nuevos vocablos (principalmente, sobre estos últimos y sobre si se ajustan en su formación a la índole del idioma o no) de suerte que así se conseguiría que los alumnos aprendieran, de manera razonada, a hablar bien toda su vida.



miércoles, 13 de julio de 2016

EN CUCLILLAS Y EN CLUQUILLAS


¿ES CASTIZO EMPLEAR <<EN CLUQUILLAS>>?




     En la península ibérica suele decirse en cuclillas, expresión que siempre ha traído el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: 

     <<en cuclillas: loc. adv. Con el cuerpo doblado de suerte que las nalgas se acerquen al suelo o descansen en los calcañares>>.

     En América suele oírse otra expresión muy parecida, en cluquillas, la cual, en el siglo XIX, se echaba a barbarismo, aunque algunos diccionarios de aquella época, distintos del de la Real Academia, como el de Roque Barcia y el de Vicente Salvá, la incluían sin nota de incorrección. También la habían incluido diccionarios del siglo XVII, como el Tesoro de las lenguas española y francesa de Oudin y los que usaban a este por fuente. 


En España se dice en cuclillas; en parte de América, en cluquillas
Escultura de Miguel Ángel Bounarroti
que representa un niño en cuclillas


     Fue a mediados del siglo XX cuando el filólogo Joan Corominas resolvió la duda: cuclillas viene, precisamente, de cluquillas; y este vocablo del más antiguo cloquillas, que deriva de clueco -adjetivo que se usa casi siempre en femenino y que designa la postura del ave para empollar los huevos-. Esta etimología ya la había señalado Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española

     <<CUCLILLAS. Cierto modo de asentarse algunas mujeres dejando el cuerpo en el aire, sin posarse en el suelo, a semejanza de la gallina clueca, que está sobre los huevos sin cargarse del todo sobre ellos, por no los quebrar. Lo mesmo deben hacer las demás aves pesadas, pero désta vemos la experiencia casera cada día. Una de las razones por que dicen no sacar el avestruz sus huevos ni empollarlos es por no poder sustentar el cuerpo en el aire sin echárseles encima; y así le dio Naturaleza instinto de hacer un hoyo en el arena y esperar a que el sol los empolle>>. 

     Corominas acredita el uso de en cluquillas por parte de los clásicos con un pasaje de la obra del escritor Francisco Cervantes de Salazar Crónica de la Nueva España

     <<los indios […] se estarán un día entero sentados en cluquillas sin hablar>> (Libro I, capítulo 16). 

     La Academia nos ofrece actualmente otras citas en su CORDE, como ésta de Vicente Espinel: 

     <<Torneme a mi rinconcillo -aunque no maniatado- y púseme en cluquillas, las dos manos en el rostro y los codos en las rodillas, por que no me conociese el músico, pensando en mil cosas>> (Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, relación II, descanso XIV).

     En atención a todo ello, hoy no se puede seguir sosteniendo que la expresión en cluquillas sea incorrecta.


Fuentes


     JOAN COROMINAS Y JOSÉ A. PASCUAL. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Ed. Gredos, 4ª reimpresión (1996). Volumen II.

     REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es> [consultado el día 12-07-2016].




viernes, 8 de julio de 2016

DESRESPETAR, DESRESPETO

     El verbo desrespetar, que significa 'faltar al respeto', se oye algunas veces en América -principalmente, en México y entre los hispanohablantes de los Estados Unidos-. El que, por una parte, haya en inglés el verbo to disrespect y el que, por otra parte, ni el verbo desrespetar ni el sustantivo que de él se deriva, que es desrespeto, hayan estado nunca en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, podría movernos a pensar en que la formación de los dichos vocablos trae causa de la influencia anglosajona.



Desrespetar y desrespeto son voces españolas, no anglicanas
Cuando no respetamos a alguien, ¿cometemos <<desrespeto>>?



     Pero, consultadas las fuentes literarias, más que anglicismos, desrespetar y desrespeto probablemente sean arcaísmos, ya que se usaron en España en lo antiguo, como lo prueban estas dos citas del siglo XVII, sacadas de la obra Daniel, cortesano en Babilonia, de José Laínez, publicada en 1644:

     <<…o los que se atreviesen a desrespetar con maldiciones o afrenta los fueros y autoridad de padre...>> (página 172, columna 2).

     <<Ni en esto solo se excedió la irreverencia y desrespeto de los betsamitas con la majestad del arca>> (página 453, columna 1).


lunes, 4 de julio de 2016

LAS REBAJAS DE LA LENGUA


Los carteles que anuncian las rebajas, en algunos sitios, por suerte, no siempre los hallamos en inglés

     Este fin de semana he salido a pasear por las principales calles de la capital de la provincia –que, a la par, lo es de la comunidad autónoma- en que me hallo actualmente destinado y, por unas horas, creí que había vuelto atrás en el tiempo.

     Acabada la campaña electoral a finales de junio, comenzaron en julio las rebajas de verano, las cuales, en el fondo, no se distinguen gran cosa de las promesas de los políticos; bien que, muchas veces, en las rebajas uno, por lo menos, conoce lo que compra. Barruntaba que, como en esta tierra, los que gobiernan no ocultan su anglofilia, hallaría los escaparates de las tiendas con el fastidioso sale o, lo que es peor –como he visto en otras comunidades autónomas-, con largas frases en inglés cuyo significado ni siquiera deben de imaginar los que las ponen; pero no fue así. Erré.

     Comprobé que, en casi todos los escaparates del centro de la ciudad, los letreros, ya fueran grandes o pequeños, estaban en español; aun los de tiendas con nombre anglosajón o francés –recordemos que, en lo tocante a la moda, todavía el francés vende, excepto en las Galias-. En la mayor parte, la palabra que más se repetía era <<rebajas>>; otros habían escrito <<todo a la mitad>>; otros, escuetamente, solo <<50%>> o <<20%>>; otros, que parece que no hacían rebajas, decían <<ofertas especiales>>; otro ponía <<rebajas>> en varios idiomas. Solamente topé con tres escaparates en que se leía el anglicismo sale sin traducción alguna al español -y solo uno de ellos era de enorme tamaño-; en otro establecimiento, un cartel decía <<rebajas>> y, debajo, con letra pequeña, <<spring/summer 2016>>; en otro había varios rótulos que tenían escrito <<20% off>>, aunque, a continuación, se explicaba, en español, lo que abarcaba la dicha rebaja del veinte por ciento. Hasta en una pastelería, en cuyo escaparate había varias tartas, sólo una –una- ponía <<happy birthday>>; las demás llevaban, en español, <<feliz cumpleaños>> o <<felicidades>>.

     Por eso, por un rato, creí que había vuelto a la España de hace quince años, cuando se estudiaba inglés, pero no se pretendía que acabara sustituyendo al español en las escuelas y la Universidad ni, mucho menos, en el ámbito familiar (pues ya algunos hasta propugnan que a los niños se les pongan en inglés los programas de la televisión y también que uno de los padres les hable siempre en dicho idioma). Pronto, sin embargo, caigo en la cuenta –por parodiar el celebérrimo cuento breve de Augusto Monterroso- de que <<el dinosaurio todavía está ahí>>; caigo en la cuenta de que no he retrocedido en el tiempo y que la anglicanización, imparable, sigue; pero que lo que ocurre es que quienes suelen comprar las cosas en estas ocasiones son mayores de cincuenta años, de suerte que, para ellos, sale es la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo salir (como para un francés que no entendiera la lengua de Shakespeare, sale solo sería sucio, impuro, deshonesto).